jueves, 31 de diciembre de 2009

La nebulosa que puso fin al 2009

Esta tarde he soñado que estábamos todos en una casa; era una casa preciosa, llena de ventanales y rodeada de inmensas montañas que en el infinito parecían no terminar nunca. Y nosotros allí, en medio de la imensidad.

Antes de llegar a las imágenes del interior de la casa, asistí estupefacta a un espectacúlo natural increíble, casi de ciencia ficción: una nebulosa de color azul violáceo invadía el cielo mezclándo éste con la tierra, sin divisiones ni límites. La nebulosa se movía destelleando espectros azules y blancos que creaban una atmósfera realmente extraña. De hecho parecía de noche, pero no era el color de la noche. Sobre el mágico fondo se dibujaban miles de siluetas de personas dispersas en pequeños grupos. Yo, en una posición más cercana al ojo de la cámara y a unos cuantos kilómetros visuales de aquel escenario, podía oler, percibir, algo así como la felicidad en estado puro. Entonces, mirando de frente a la inmensidad me giré hacia mi padre y le dije: "Ves, así es como hay que recibir al nuevo año".

Instantes después, - quizás fueran minutos en realidad-, el sueño se había alterado. Estábamos en el interior de aquella casa que os decía al principio. Dentro de la casa había un murmullo constante, un ir y venir y un ajetreo que solo se producen en ocasiones especiales, cuando se está organizando algo...Yo estaba tan nerviosa e inquieta como cuando esperas a los reyes magos la noche del 5 de enero, solo que con 35 años. En la casa estaban mis hermanos, mi padre y mi madre, creo que también mi abuela, mi tía...estábamos los que teníamos que estar.

Descorrí las cortinas de una de las ventanas y descubrí como el mágico escenario que había soñado antes, era ahora un gigante montañoso en blanco como color dominante. El blanco de la nieve cubría por completo las inmensas montañas, rodeando nuestra casa de una forma única. Y entre ellas y nosotros, larguísimas laderas serpenteaban sus faldas repletas de nieve virgen sin una sola huella. Probablemente uno de los paisajes más bellos que haya visto en mi vida.

"Mirad, mirad, está nevando"- grité. De fondo, como si fuera un ruido, iba escuchando las voces de unos y otros, que lejos de estar en mi mundo, debían estar viviendo su realidad muy lejos de allí porque solo ponían pegas: "que si ahora no podré salir con el coche", "que si habrá que quitar la nieve del jardín", "que si se estará mojando la ropa..."

Y yo, feliz...

Ha sido un sueño maravilloso. No podía haber mejor despedida del puto 2009. Por fin se acabó.



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