viernes, 23 de octubre de 2009

El agua y la tierra, la tierra y el agua.

Cerrar los ojos y darse cuenta de que es posible sentir el intenso placer de enamorarse de nuevo; decir que no con la cabeza pero "quizás" con el corazón; saltar otra vez del trampolín a una piscina que hasta ahora no ha tenido nunca agua, y arriesgar a estamparse otra vez contra el suelo en mil pedazos.

Difícil equilibrio emocional que me ocupa cada vez más minutos y no quiero, porque si lo hago lo haré como siempre: con todas mis fuerzas y mis ganas de querer, y sin medir las consecuencias. Aunque si lo pienso bien, algo ha cambiado. Por primera vez en mucho tiempo vuelvo a reirme mucho, me río mucho. Eso significa que estoy soltando lastre y devolviendo al exterior mi yo enterrado.

A lo mejor con suerte el agua se asoma a estos pensamientos, y ella misma me coge de la mano para invitarme a navegar juntos en la vida...Así de fácil.